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Foto tomada con una Polaroid hace 4500.000.000 años
“La Tierra tiene 5.068.476.405 años, 0 meses, 8 días, 21 horas, 22 minutos y 57 segundos.
Cumple años cada 12 de Febrero”
Hace mucho tiempo en una galaxia, muy, muy cercana… ¡Vamos!, aquí mismo.
Existía una gran nube de polvo, surgida de alguna antigua supernova (que estalló dejando un mar de cenizas). Debido a la fuerza de la gravedad, esta gigantesca nube de polvo se condensó en su centro formando un núcleo que provocó a su vez que la materia de su alrededor girase más y más rápido con el paso del tiempo. Millones de años más tarde la nube de polvo fue cambiando de forma, transformándose en un enorme disco que giraba a mucha velocidad.
En la primera parte del artículo definí mi punto de vista sobre el Apocalipsis desligándolo del ombliguismo humano y entré en el polémico debate de la vida en otras partes del universo. Respecto a esto último, no sabemos ni podemos asegurar al 100% que la vida exista fuera de nuestro planeta, aunque como señalé, las evidencias apuntan hacia esa dirección.
Si la vida se desarrolla en otras partes, el hecho de que desaparezcamos o no, cobra cierto relativismo. No es tan imporante como el hecho de una exterminación universal desde el punto de vista comoslógico.
Pero ya que de momento toda la vida que conocemos en el Universo está en nuestro planeta, ¿cuáles son las principales amenazas?.
El Apocalipsis hace referencia a un pasaje de la Biblia en la que se relata el fin del mundo y la humanidad. Desde mi punto de vista, que el hombre desaparezca o no, resulta irrelevante. Si tomamos la vida como un tren que realiza un largo viaje, nosotros sólo somos unos pasajeros que nos hemos apeado en la anterior estación y que compartimos junto a otras millones de especies el mismo trayecto. En algún momento nos tocará bajarnos de este tren al igual que lo hicieron otros animales y vegetales en la antigüedad. Tarde o temprano otra especie nos reemplazará.
Por eso lo que realmente me preocupa es que la vida, toda la vida, se extermine definitivamente. Esto es el auténtico Apocalipsis.
Cuando Neil Amstrong pisó, con la inestimable colaboración de Kubrick, la Luna en 1969, la aventura del programa espacial se paralizó. La empresa de enviar un hombre a la Luna ya tenía ganador. Es evidente que ayudó mucho el que Kubrick fuese americano.
Desde entonces, el presupuesto dedicado para la investigación espacial, se fue reduciendo paulatinamente al ritmo que la NASA cerraba sus futuros proyectos. La figura de Marte, se convirtió en el protagonista principal del espejismo americano. No hacía falta alcanzarlo, la guerra había terminado. A pesar de todos los avances tecnológicos actuales, Marte, sigue siendo un auténtico amasijo de problemas que abarcan desde lo matemático hasta lo sicológico: durante la travesía de tres años podrían surgir duras disputas y diferencias entre el personal, a raíz de la convivencia, poniendo en serio peligro la ejecución de la misión.
Àlex Pastor plantea la paradoja del sentido de nuestra vida con este potente corto. Vivir una vida al revés, es el sustrato del que se enriquece el argumento: la dirección del flujo del tiempo.
El mensaje de “La ruta natural”, es que nuestra vida no difiere según el sentido del tiempo. Nos movemos irremediablemente hacia el futuro y aceptamos dicha condición como irreversible. Generamos basura, usamos nuestro dinero para obtener cosas, y con el paso de los años acaberemos en algún pequeño apartamento de madera. En un mundo al revés, las emociones y los sentimientos son los mismos aunque en situaciones complementarias respecto a nuestro tiempo. Nuestro nacimiento y nuestra muerte, resultan ser extremos unidos en una misma cuerda. Siempre he pensado que después de la muerte, eres lo mismo que antes de nacer.
Por este motivo, el título de la obra, es un palíndromo (se puede leer la misma frase hacia adelante que hacia atrás). Define con precisión el argumento de la película, un detalle que he encontrado excepcional.
Pero… ¿Se puede plantear el tiempo en sentido inverso?